jueves, 11 de marzo de 2010

Instantes de la Vida

Hay veces en la vida que nos negamos a creer. Nos negamos a creerle a Dios. Y a la misma vida.
¿Por qué a Dios? Porque vemos cosas con los ojos del alma, que son los ojos que él nos dio, y las negamos por miedo. 
Hay veces que una vieja herida puede derramar tanta sangre que los años no alcanzarían jamás para llegar a observarla.
Hay veces... Que somos canallas. Y somos guerreros en un combate que debe estar dentro, pero por comodidad lo libramos fuera. Y buscamos otros combatientes, buscamos víctimas de un destino pasado funesto que dejó sombras de plomo sobre nuestros cuerpos.
Buscamos respuestas que no encontramos y acumulamos incertidumbres que se toman de la mano con nuestros miedos para rodearnos en un abismo frío y gris.
Hay veces en la vida, que nos negamos a soñar y nos conformamos con esperar. ¿Esperar qué? Nadie debe esperar que la felicidad llegue como se espera que un colectivo pase por la esquina indicada. Los sueños nos fueron dados para hacernos más humanos. Para explorarnos y explorar las posibilidades del mundo, y del alma. Para ser construidos, para ser resguardados, protegidos y amados.


Hay personas en la vida que nos quitan la voluntad de seguir, nos quitan el aliento y la fe y la vida.


Pero hay otras que nos devuelven todo éso, y nos dan aún más. Nos regalan bendiciones de colores y besos y flores, y pensamientos únicos y calor y voces e interpretaciones. Nos regalan su paciencia y su amor, nos regalan ilusiones puras, nos regalan su propia vulnerabilidad y su corazón.
Nos dan la comprensión de nuestras almas, y el deseo de autosuperarnos.


Hay personas en la vida, que nos devuelven a la VIDA.
Gracias a Dios, que me ha enviado a una.

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